HEMOS DIRIGIDO LAS EMPRESAS COMO SI LAS PERSONAS FUESEN MÁQUINAS, Y AHORA QUEREMOS QUE LAS MÁQUINAS SEAN PERSONAS
Durante la revolución industrial aparecieron varios autores con ideas nuevas sobre la organización del trabajo en las empresas que motivaron un cambio que en parte aún conservamos hoy día. Así, Frederick Taylor estudio cómo aumentar la eficiencia adoptando una visión científica con aportaciones como la división del trabajo en tareas como si cada trabajador fuese una pieza de la gran máquina que es la empresa. Henry Ford llevó la idea de Taylor al extremo creando el sistema mecánico de fabricación de automóviles que, en parte, aún sigo en activo. Y por último, Max Weber propuso una visión de la empresa basada en reglas, jerarquías y procesos estandarizados.
Todos estos autores formaron la base de la visión mecanicista del trabajo que concibe a las personas como engranajes de una máquina organizativa con funciones específicas, repetitivas y estandarizadas. Es cierto que en la actualidad las organizaciones son más humanas, flexibles e innovadoras, pero aún quedan muchas de las ideas mecanicistas en la dirección de empresas. Históricamente, se ha tratado que las personas trabajasen como máquinas.