Nuestra libertad no se defenderá sola ante el autoritarismo y la globalización
Esta guerra, como todas, es injustificada. Es una guerra frente a un modo de vida donde la libertad es el objetivo. El grado de libertad que hemos alcanzado en nuestros días en occidente es el resultado del progreso de todos los seres humanos ante el miedo de la era Moderna. Un miedo que de nuevo se ve atacado por dos factores: Autoritarismo y Globalización.
El miedo del autoritarismo
El autoritarismo de un líder como Vladimir Putin ha puesto en jaque a todo el continente Europa y amenaza con cambiar un orden mundial que el que Rusia no estaba como protagonista. Hace unos años Vladimir Putin decía, de forma muy interesada, que el liberalismo estaba obsoleto.
El liberalismo no está muero, pero sí herido antes los ataques autoritarios de cualquier nación. No tenemos capacidad de respuesta ágil ante problemas complejos como el ataque directo hacia nuestro estilo de vida y libertad de Rusia, un enemigo vigorizado por nuestra propia debilidad.
El liberalismo no está muerto, pero si podemos empezar a pensar que precisa de una actualización.
Los principios del liberalismo son, entre otros, el principio de diversidad de una sociedad plural en el que poder convivir en libertad. Otro principio es que el poder está limitado por las instituciones para no servir a nadie en particular, sino para ponerlo a disposición de los ciudadanos y, además, es un poder sin interferencia de clases sociales o creencias religiosas. Otro principio es el del desarrollo de la sociedad gracias a los avances científicos y tecnológicos.
Estos principios que son la base de nuestra libertad son también nuestra debilidad. Putin lo sabe, y aprovecha esta debilidad con una guerra rápida mientas en Europa nos reunimos para tomar decisiones por consenso. Esto ya pasó recientemente con el COVID-19, mientras naciones autoritarias tomaban decisiones rápidas (no siempre acertadas), en Europa pasaban semanas y meses hasta que se tomaban decisiones relevantes, eso sí, decisiones en muchos casos más acertadas y de bien para todos.
La libertad es atacada de forma enmascarada con el ataque de nuestro ineficaz sistema de toma de decisiones. Es cierto que la toma de decisiones por consenso para problemas complejos es ineficaz en democracias liberales, esto lo tenemos que actualizar, pero la libertad está libre de sospecha.
El miedo a la globalización
De nuevo la pandemia pasada ha instruido a los autoritarios sobre las debilidades de Europa. La pandemia ha dejado al descubierto el problema de la globalización para Europa. Nuestras empresas fabrican de forma deslocalizada y mayoritariamente en China quedando la fuerza de su lado. Y si hablamos de energía, nuestras principales fuentes de energía se encuentran igualmente fuera de las fronteras europeas, como es el gas y el petróleo.
Quizás el mundo no esté preparado para una globalización estrictamente hablando.
Quizás tampoco sea lo más oportuno transportar millones de productos por miles de kilómetros alrededor del mundo con el coste energético y de sostenibilidad que implica. No puedo ser que un buque cargado de contenedores atascado en el canal de Suez ponga en peligro el comercio en nuestros barrios. A ese nivel no. No podemos dejar de fabricar coches por falta de chips, aunque parece que en esto último ya tenemos un plan europeo.
Debemos prestar atención a las alianzas de China con oriente medio, parte de latino américa, y otros países como Turquía e Irán cuyo objetivo es acelerar la decadencia del modo de gobernar de occidente. Es la alianza para debilitar a Europa por su excesiva dependencia de la globalización.
Toca actualizar y defender
Por tanto, nos toca defender la libertad de nuestro estilo de vida, y para ello tendremos que actualizar nuestra forma de gobierno para ser capaz de solucionar problemas complejos de manera más ágil y local. La libertad que gozamos hoy no se defenderá sola mañana.