EL SÍNDROME DE LA AMAPOLA ALTA: LA MEDIOCRIDAD COMO NORMA
Las personas por norma general sentimos arraigo ha pertenecer a un grupo, pero en muchos casos esto penaliza nuestra capacidad de sentido crítico. Por ejemplo, en un grupo de amigos siempre hay un “listillo” al que se deja de llamar. En el entorno familiar en muchos casos uno no se pone al lado de ese cuñado que tanto sabe, y si hablamos del entorno laboral, el tema se complica porque siempre hay un compañero que sobresale del resto.
Historiadores como Livio relatan la historia de un gobernante que “cortaba las cabezas” de las plantas más altas para simbolizar la necesidad de eliminar a aquellos individuos que sobresalían demasiado. Así apareció el síndrome de la amapola alta (tall poppy syndrome) para describir un fenómeno social en el que las personas con talentos sobresalientes son criticadas, despreciadas o atacadas por el simple hecho de destacar por encima de sus pares.
El síndrome de la amapola alta ataca directamente nuestra capacidad de análisis crítico. En un entorno empresarial, los responsables de equipo mantienen cierta uniformidad con el sueldo de sus equipos para no generar envidias, perjudicando a las personas con más capacidades para mantener la armonía del grupo. En otras ocasiones no se asciende al más capacitado sino al que no genere envidias, y de forma similar, la persona con menos antiguedad pero mayor talento no es ascendida para mantener la motivación de los demás.
En organizaciones políticas, el líder busca rodearse de personas que no destaquen más que él, premiando así la fidelidad pero nunca el talento. En un partido político se castiga expresamente el talento, las capacidades y el conocimiento, por eso no tendremos nunca buenos gobernantes ni partidos políticos. La norma es clara: si sobresales más que el líder estás fuera.
Conclusión: El síndrome de la amapola alta afecta negativamente la cultura organizativa, mermando la capacidad de análisis crítico y la eficacia en la toma de decisiones. En entornos donde impera la idea de “no sobresalir”, los empleados aprenden rápidamente a no desafiar el status quo y a no proponer ideas demasiado innovadoras o críticas por miedo a las repercusiones. Esto conduce a la mediocridad impactando en los resultados de la empresa. Y esto no es nada bueno!!!!