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Generación Z, un sueño roto antes de comenzar.

La generación Z ha de encontrar nuevos sistemas sociales, económicos y políticos en favor del bienestar que las anteriores generaciones no hemos logrado para ellos.

“Lo sentimos, no hemos encontrado una solución” – Esto es lo que muchos padres les vamos a tener que decir a nuestros hijos en tan sólo unos años.  Y no sólo esto, sino que– “Nos hemos equivocado, hemos trabajado duro para ganar dinero y daros una vida mejor, y realmente no hemos tenido tiempo para pensar en nuevos sistemas que atiendan vuestra realidad”.

El sistema empresarial tiene por objetivo aumentar su productividad a toda costa, quiere producir más por menos, y utiliza la disrupción tecnológica para lograr su objetivo. Para las élites empresariales, las personas son cada vez menos importantes como factor de producción, pero son esenciales como clientes. Sin embargo, a este ritmo, llegará un momento en el que muchos clientes empobrecidos ya no tengan capacidad de compra más allá de lo básico. Clientes representantes de toda una generación, la generación Z irrelevante.

El modelo productivo español, intensivo en personas, se verá gravemente perjudicado en comparación con nuestros socios europeos por cualquier transición tecnológica, y acabaremos peor posicionados y muy lejos ante potencias como China o EEUU. El sistema empresarial ha de buscar nuevos modelos en el que los empresarios no solo tengan motivaciones para poseer dinero, sino para moverlo e invertirlo generando así nueva riqueza para la sociedad.

Por otro lado, los sistemas de poder y gobernanza están diseñados para una era de productividad basada en factores físicos como el carbón, el petróleo, el acero o más recientemente, la construcción. Sectores industriales basados en personas como factores de producción. Los sistemas de gobiernos no están preparados para afrontar una nueva era basada en factores productivos basados en tecnología y conocimiento.

El cambio les supera por su falta de competencias, centrando su comunicación y su trabajo en las distintas crisis aparecidas, y cuando no las hay, nos involucran en debates estériles o en ideas casposas como le necesidad del crecimiento en función del PIB. El crecimiento basado en el PIB es la gran cortina que esconde una quiebra del sistema. El crecimiento del PIB no implica necesariamente progreso social o económico, pero nos venden la idea de que el crecimiento nos acerca hacia el objetivo deseado. ¿Qué objetivo?

El sistema social y económico basado en la idea del capitalismo en el que si todos alcanzamos nuestro bien particular habremos alcanzado el bien colectivo, también parece equivocada. El bien de uno mismo no parece necesariamente que acabe bien para todos, como aventuraban economistas como Keynes o Friedman. Por el contrario, Karl Marx decía que los capitalistas se volverán más ricos, mientras que los trabajadores no lo harán porque están demasiado ocupados trabajando para subsistir y ganando dinero para los capitalistas. Esta idea parece ganar fuerza si no hacemos nada.

Quizás para las nuevas generaciones la parte que más fácil tengan para cambiar, por su forma de pensar y su cultura, sea un cambio en sus hábitos a favor del cambio climático, la globalización, los recursos naturales y las nuevas formas de socializar.

“Lo sentimos, no tenemos una solución. Lo único que sabemos es que aquello que a nosotros nos ha funcionado, no lo hará para vosotros. No imagino que vendrá, pero ha de venir pronto.”

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